Un giro completo

 

Quisiera saber que ocurre al otro lado del silencio, encaramarme al canto de esta moneda y descubrir quien se halla impreso en la cara, quien lo hace en la cruz.

 

Quisiera caer veloz sobre otro país formando esferas de agua en busca de un pasadizo alojado en el cuello de tu camiseta.

 

Dar libertad al azar para decidir por que parte de tu cuerpo desea que descienda. Rogarle que guarde silencio para que no sepas que soy yo, ser solo humedad en el más seco anonimato.

 

Quisiera descentrar al centro para que pierda fe en su importancia.

 

Ser invisible para escuchar una nota más de tu garganta aquellas que se esconden en mi presencia.

                                                        

Darte ese último beso perdido, mientras te balanceas en 2 x 4 como un péndulo.

 

Y después marcharme sin mirar atrás ni una sola vez, deslizando la bola del mundo bajo mis pies, en equilibrio, para volver a encontrarte al final de un giro completo.

 

nueve

Punto de Partida

 

Si me obligaran a viajar al comienzo solo me llevaría esta sensación de que todo es posible al punto de partida.

 

Cada amanecer me levantaría como un resorte para beberme los días segundo a segundo.

 

No mancharía mi conciencia comiendo una carne que no necesito para vivir, no compraría ni la mitad de las cosas que he comprado, tampoco bebería alcohol, ese disfraz de la realidad aficionado a convertir nuestro hígado en paté, es decir, risas hoy y cirrosis para mañana; yo, como con los pezqueñines, no gracias.

 

Lo más difícil tal vez sería quedarme callado de pequeño cuando el profesor preguntara en clase uno por uno a mis compañeros ¿Qué vais a ser de mayor? ¿Yo? Calvo como mi papá, el resto tal vez sería bueno ahorrarles futuras frustraciones y revelarles que la mayoría iban a ser policía local/ nacional o trabajadores del Mercadona. Me pregunto en que momento se abandonan los sueños de ser bombero, piloto de avión, médico o incluso rey del mundo (que era el mío).

 

En lo respectivo al amor (siempre aparece, no finjáis que no os apasiona el tema) he llegado a la conclusión de que es una soberana pérdida de tiempo adquirir la necesaria experiencia de forma lineal, es decir, primero una chica, después otra, luego otra y así todas en sucesión (en el caso en que el número sea plural) con los consiguientes y duros cortejos y con los postsiguientes y duros duelos y desamores, además del maltrato psicológico repetido al que son sometidos tus mejores amigos (en el caso de que tengas amigos) tras cada desencuentro amoroso. Mejor todas las novias destinadas por lógica mundana a cruzarse en mi camino en hilera (una tras otra), juntas en una orgía, y tras sortear mi virginidad jugando al “palito más corto”, desenfreno… Cinco horas después yo consumido como una colilla pero todos unos expertos en el arte del amor carnal. Más tarde al cine todos juntos, el sábado otra orgía y el domingo despedida: “Os quiero, pero no soporto más los guantazos que recibo cada vez que confundo vuestros nombres en la cama (los musulmanes ignoran que su idea del paraíso tiene algunos flecos)

 

 

Y ya perfectamente instruido y con una experiencia amorosa muy concentrada y sustancial, pero aún joven, podría embarcarme en miles de viajes y en este devenir cosmopolita acabar conociendo en la conchinchina al “amor de mi vida” (¡A ver, esos violinistas que se callen, hombre!)  para descubrir segundos después que siempre vivó en la calle de atrás. Pero es que aquella calle nunca nos parece exótica hasta que la encontramos en un lugar remoto representada en una persona atractiva del sexo opuesto y con ese arrabal de orgasmos en potencia a la vista.

 

Después de un idilio preliminar y siempre que el deseo sea mutuo, podremos establecernos en algún lugar exótico entre montañas y árboles pero lo suficientemente cerca del mar para no echar nuestros orígenes de menos. Y cobijados en una casa de madera con las pertenencias reducidas al mínimo, preparar nuestro legado en forma de años y descendencia.

 

Los años pasan solos, esto no requiere mayor esfuerzo, los calendarios se deshojan irremediablemente.

 

Y una forma de matar el tiempo como otra cualquiera es fabricar (con amor) descendencia. Esto podría llevarse a cabo en un colchón enorme y redondo en mitad del suelo, en una boardilla forrada de madera con la poca altura suficiente para que solo se permitiera la postura horizontal o a lo sumo la altura justa para sostenerse a cuatro patas (piernas) y bajo un ventanal enorme que dejara entrar el sol al amanecer y el cielo estrellado por las noches (no es necesaria más luz) intentar cada día sin descanso reírnos de la esterilidad aparejada a los tiempos de la polución a granel a golpe de revolcón tras revolcón.

 

No hay que acomplejarse ni caer en una depresión si tras tanto empeño no se consigue concebir pues esta es de las pocas cosas que intentarlo es casi mejor que lograrlo y cuanto más se tarda en lograr la meta, más se intenta, además siempre queda la opción de adoptar. Pero seamos valientes, a un bebé lo adopta cualquiera, los niños verdaderamente necesitados son los mayores, los que no quiere nadie por que han crecido demasiado como para meterlos en una cuna, yo adoptaría a un huérfano de los más grandes, si es posible funcionario, porque he venido a este mundo para sacrificarme por los más desamparados; la ley del Dharma (da y recibirás), un principio que han hecho muy suyo en Sitges o en Chueca.

 

Entre 4 y 15 hijos es un número que está bien y si son todos funcionarios, pues ¿Quién necesita trabajar? Es que algunos esto lo hacen por vicio negándose la posibilidad de saber lo a gusto que se vive sin saber lo que es un despertador ni una nómina “propia” pero con todo lo necesario para llegar a fin de mes holgadamente y por extensión a la vejez con el desgaste imprescindible, nada más.

 

Casi al final (y sabed no pienso morirme fácilmente) ancianos, arrugados como tortugas, con achaques, pero sin necesidad de estímulos extra gracias a pertenecer a esa generación que pasó del Bingo y la Brisca y que se entretiene jugando a la Playstation (como sus hijos y sus nietos). Auténticos virtuosos del Guitar Hero entre carajillo y pastillas (no se me ocurre forma más auténtica de suplantar a Keith Richards: guitarra, alcohol, pastillas y arrugas).

 

Lo cierto es que si pudiera volver atrás cambiaría pocas cosas que no pueda cambiar aún, luego… que la vida tiemble, que voy.

 

nueve

Cuenta atrás

 

Diez segundos.

 

La cuenta atrás perfecta, diez pasos hacia el interior de la verdad.

 

Cuando el tiempo es una ilusión de medida subjetiva y la vida un llano fácil de recorrer, comienzo a descontar.

 

Mi paso se va calmando, ya no necesito correr para llegar a tiempo.

 

Mis huesos engordan, mi alma se abre paso.

 

Los errores ortográficos de la vida se corrigen tras consultar el mapa de los números que encierra la esencia de todo.

 

El lastre se desprende como una muda de piel, mientras un deseo, “abandonar toda resistencia”, pide a gritos ser formulado.

 

Bajo esta capa superficial mi yo verdadero, ese que forma parte de todo, comienza a renacer tras la hoguera en la que se quema por combustión espontánea mi ser artificial.

 

Me aproximo al cero, cierro los ojos, me introduzco en la humedad cálida y confortable del útero.

 

Empiezo de nuevo.

  nueve

 

foto de numerika

Mi alumno

null

 

Mi alumno toca el piano

sobre las teclas posa sus manos.

Sorprende cómo ha crecido

cuerpo de hombre y mente de niño.

 

Y de repente surge la pulsión

que hace imposible seguir la lección.

 

Me gusta ser observada

hacemos juegos con la mirada.

Temiendo que me dé cuenta

con disimulo mira mis piernas.

 

Yo acepto el reto y vibro de emoción

él piensa que no sospecho su intención,

no sabe que controlo la situación.

Le acorralé como a un ratón

y ahora puedo hacer lo que quiera con él.

 

Se arrastrará bajo mis pies...

 

Le doy mi fuerza que le hace caer

ente mis garras una y otra vez.

Me quiere y aunque en silenco nos entregamos

tiembla de miedo .

Vainica Doble

 

 

 

Síndrome vacacional

 

 

Mañana, la mayoría de mis coetáneos despertarán resignados. Cuando los rayos del sol comiencen a violar cada imperfección de sus persianas el mundo se les vendrá encima al compás de un despertador de móvil. Pronto, tras mal decir todo lo maldecible se pondrán en pie como zombis a la llamada del temido y tirano día nº 1 de la semana.

 

Yo despertaré temprano, no más tarde de las 9:00 y saciado por la evidencia de estar en esta nueva página del calendario volveré a cerrar los ojos con una sonrisa de placer. Después, respiraré profundamente decidido a seguir durmiendo.

                                            

Sí, así es, mañana será lunes y enfundado en su traje gris comenzará a deslizar por su rampa mecánica a miles de personas para que atraviesen una nueva jornada laboral. Pero yo que siempre preferí las escaleras de servicio (silenciosas y casi desiertas) me quedaré en la cama – no se enfaden – saboreando la idea de que cierta empresa holandesa me estará pagando por ello.

 nueve

 

– escrito un domingo cualquiera –

 

 foto de eGo ¿Cómo no?

 

 

Silencio

 

El silencio puede ser el más feroz de los ataques, la más honda y aguda punzada, el silencio puede ser ausencia o nada, morder de lenguas, miedo a hablar y no decir nada.

Pero cuando el silencio es un acto cómplice entre quien escucha y quien muestra sentimientos esgrimidos por una voz y una guitarra, el silencio es SILENCIO, respeto y oportunidad para el conocimiento.

Pienso que la poesía se hizo principalmente para ser leída, es para mí un acto introvertido, la música en cambio tal vez naciera para dar voz al silencio. A mi me gusta golpear su hielo hasta desquebrajarlo y desde lo alto de una silla tejer una vestidura de hilo de canción para las palabras y darles voz entonces para que aquellos que no tienen costumbre de cerrar sus bocas y escuchar, por una vez escuchen.

 

nueve

foto de Nullermandem

Esperar

Había aceptado a esas alturas de su vida que le costaba esperar.

 

Le costaba resistir la tentación de levantar los silencios en forma de roca para ver que había debajo.

 

Necesitaba resolverlo todo para continuar, pero no era conveniente resolver todo en el momento, ya lo sabía pues cada persona tiene un tiempo que es necesario respetar.

 

Había decidido ya entonces que dejaría de correr detrás de las esquivas ilusiones de carne y hueso, que esperaría a que llegara el momento adecuado y que todo el esfuerzo de la búsqueda lo emplearía en mantenerse a la espera con el corazón en calma.

                                                                                                                                                      

Y se propuso depositar su confianza en el rumor de que todo lo que ocurre lo hace por alguna razón, decidió entonces que esperaría ocupada en otros asuntos que el sentido de todo apareciera en cualquier rincón como cuando alguien busca algo y encuentra otra cosa aún más valiosa.

 

Y tras decidir respetar a esa persona escondida tras la nada, como caída del cielo apareció la llave de su cárcel y entre las notas del jardín secreto que ensanchan la conciencia, salio a su terraza, libre, se apoyó sobre los negros barrotes que impedían precipitarse por descuido a la calle y miró al cielo.

 

El cielo es el mismo para todos, todos estamos bajo él ¿Y si nuestros deseos rebotaran en su techo para caer después sobre los lugares que buscamos?

 

Formuló entonces el más puro deseo, destruyendo a los demonios que la atormentaban, éste se evaporó por el calor inmenso de la vida, al llegar a lo alto se condensó y descendió por todas partes en forma de lluvia.

 

Tenía un destino que a la mañana siguiente apareció empapado.

 

Pero antes de que amaneciera, Paula, fuera de su ombligo, se había introducido en la cama y segundos antes de cerrar los ojos sintió el poder inmenso del amor incondicional.

 

nueve

 

foto de paretjka

El tejido de lo invisible

Crujir de sábanas, un leve movimiento y tu cuerpo desnudo que bajo ellas yace incita a mis manos a despertar para despertarte.  

Y en el aire el silencio flotando suspendido espera, mi corazón late indomable, la cama se estremece y la tensión agita los sentidos, agrieta la quietud.  

Entre tu sueño y mi vigilia inmovilidad que será quebrantada por un arrollo de caricias que irá creciendo más y más hasta desembocar en el mar de la lujuria.  

Durante nueve segundos te miro a los ojos mientras comienzan a abrirse.  

En el último segundo inundo de aire mis pulmones y lanzo mis manos hacia ti. Al acercarse me estremezco, su destino es la carne, que revive al contacto; el impacto de las yemas de mis dedos encuentra tu cuerpo descuidado, sin vigilancia, sus rincones más preciados tan solo bajo una suave sábana hallo ocultos, el ataque es inminente, inevitable y deseado.  

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Tu cuerpo comienza a girar sobre si mismo, despacio, como si estuviera clavado en el torno de un artesano; yo modelo su forma con mis manos, sin prisa, sin dejar ningún rincón por repasar. Entre cada palmo de tu piel y mis manos un fluido salado y caliente comienza a mezclarse abandonando tus poros y los míos, regando nuestro carnal campo de batalla. La amnesia alcanza entonces a cada uno de los recuerdos que nos atan al resto del mundo. 

Y se abren puertas hacia el infierno en cada esquina de nuestra cama, las franqueamos todas a un tiempo y comenzamos el descenso. Nuestros cuerpos arden mientras se frotan, nuestras miradas se cruzan varias veces, los ojos en llamas arrasan todo lo que tocan. Donde la oscuridad parece cubrirlo todo la fuerte luz rojiza de nuestros corazones alumbra la contienda. Abandono entonces mi cuerpo para adentrarme en el tuyo, mi morada más preciada, un abismo de luces y sombras al que sin temor me arrojo.  

Cuando todo termina silencio, asombro, sentidos hipertrofiados y un alma en blanco que no reconoce las sensaciones, como si fuera la primera vez que se deja arrastrar. Cuanto tiempo ha pasado, me siento tan extraño………. Exhalo todo el aire de mis pulmones y como un niño pequeño me refugio en tu abrazo.

nueve

No me gustan los veranos

Las cigarras pueden dejarte sordo durante una exposición muy prolongada a su canto armonioso, rezaba el titular. Sin duda son la representación más fiel de un patio de vecinos andaluz dentro del mundo animal, con la particularidad de que si así fuera todos y cada uno de los vecinos, mientras el sol iluminase su universo cuadrangular, permanecerían asomados a sus ventanas interiores abandonados a la murmuración a voz en grito hasta la extenuación nocturna. 

El calor que junto con las flores, las lluvias, las alergias y los flechazos a traición se abre paso de la mano de la primavera, es un infante entonces que va madurando en su camino hacia agosto, tierra prometida a las altas temperaturas. Cuando este mes crucial llega el calor del que hablaba se afana en otorgar su sentido más pleno a la palabra “insoportable”, ensancha las venas para “regocijo” de los hipotensos, calienta el asfalto, los tejados, los cuerpos que cultivan cáncer al sol, los ánimos, las entrepiernas y enfría a las parejas que llegan a Septiembre colgando de un hilo como estalactitas que en muchos casos acaban pesando demasiado para la escasa resistencia de su fino soporte. 

En este tiempo los atardeceres tan hermosos a menudo nos sorprenden riendo, jugando y hablando de más, con la mirada puesta en aquellos espectáculos que no son de temporada, como tantas otras veces y los amaneceres pueden buscarnos si quieren en after-hours cuyo techo nos oculta maliciosamente la llegada del día y nos cuenta el cuento chino de que la noche puede durar hasta las 12 o las 13 o más, uno lo cree hasta que se asoma a la puerta y descubre un sol amarillento irrefutable, grabando a fuego la verdad en los ojos y esculpiendo un rostro de rasgos demacrados del que no te desharás al menos en día y medio; día y medio de siestas eternas solo interrumpidas por ingestas masivas de agua. Sé además que si eres paisano ya habrás deducido a estas alturas del párrafo que los domingos adquiere verdadero significado la frase tan coreada en el sureste español de “Agua para todos”.

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“Agua para todos” esos cuerpos deshidratados que fueron a lucir en muchos casos unos exteriores impolutos, vestidos con las mejores galas que la temporada ordenaba llevar para ser alguien, eso si, llevaron también un interior harapiento de andar por casa que vomitaron algunos en algún aparcamiento entre botellas, bolsas de hielo, vasos de plástico, risas y muchas miradas de indiferencia acostumbradas a este espectáculo. 

Si me zambullo de nuevo en el recuerdo adolescente me viene a la memoria que mientras todos se enrollaban los unos con los otros como tachando nombres de una lista negra en sus urbanizaciones de playa, en campings o en las piscinas situadas en los corazones de las casi desertizadas ciudades, yo, ajeno a esos mundos tan maravillosos, jugaba solo entre perros y gatos, me bañaba en una piscina toi contemplando además por las noches y sin inoportunas luces artificiales a mi alrededor mareas de estrellas brillando en la oscuridad, desafiando a mis tobillos por las laderas del “Cabezo Ponce”, trepando a los árboles, dejándome alcanzar por cientos de aguijones de avispa, dibujando mosaicos a base de mercromina en mis piernas y apegándome a mi soledad estival, con la que cada año me reencontraba sin que quedaran demasiadas opciones.  

Llevo años pensando que no me gustan los veranos, tal vez había olvidado como disfrutar de ellos, me detuve en  mitad de la carrera en esta ocasión y me salí de la pista y caminé hacia los rincones que me hicieron feliz cuando era un niño para reencontrarme conmigo. Acabé entonces en esta aldea gala cercada por Polaris al menos desde que tengo uso de razón, lugar en el que los más impacientes pueden encontrarme, Atamaría. Los que puedan esperar nos vemos en Otoño recogiendo las hojas que sobran a los árboles y los pelos que se divorcian sin mediación posible de mi escuálido flequillo.

La Bella Insomne

La bella insomne no aguantaba la mirada buscando recrearse en un destello de debilidad mío ni usaba su belleza y sus encantos como armas sino como instrumentos. No se miraba en los espejos a cada instante ni ofrecía demasiado valor al reflejo que éstos escupen; los espejos devuelven una sola faz, una desenfocada fachada de solo dos dimensiones. 

La bella insomne no se sintió atraída por la seducción de intermitencias calculadas, no buscaba príncipes vestidos de un ridículo color azul sino verdades desnudas a las que acariciar, verdes depósitos para descanso de sus manos, castillos abiertos en los que poder entrar con los ojos cerrados. 

Y todos volvían la mirada cuando ella pasaba y los valientes que se acercaban sin rubor desconocían que tenía unos ojos entrenados para ver y una mano afilada como la hoja de una espada que deshacía a su paso los grupos de esnobs encoloniados y de ombligo desgastado de tanto ser observado. 

Ella no cerró sistemáticamente el paso de aquellos que deseaban su felicidad sinceramente ni recargó la perfección de su silueta, solo un sencillo vestido disimulaba su cuerpo, telón que un día calló ante mi y mis manos llegaron a donde solo otro antes había llegado, aquel que la atravesó por primera vez con el filo oxidado del engaño.

                                                                                                                               

 nueve

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