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Punto de Partida

 

Si me obligaran a viajar al comienzo solo me llevaría esta sensación de que todo es posible al punto de partida.

 

Cada amanecer me levantaría como un resorte para beberme los días segundo a segundo.

 

No mancharía mi conciencia comiendo una carne que no necesito para vivir, no compraría ni la mitad de las cosas que he comprado, tampoco bebería alcohol, ese disfraz de la realidad aficionado a convertir nuestro hígado en paté, es decir, risas hoy y cirrosis para mañana; yo, como con los pezqueñines, no gracias.

 

Lo más difícil tal vez sería quedarme callado de pequeño cuando el profesor preguntara en clase uno por uno a mis compañeros ¿Qué vais a ser de mayor? ¿Yo? Calvo como mi papá, el resto tal vez sería bueno ahorrarles futuras frustraciones y revelarles que la mayoría iban a ser policía local/ nacional o trabajadores del Mercadona. Me pregunto en que momento se abandonan los sueños de ser bombero, piloto de avión, médico o incluso rey del mundo (que era el mío).

 

En lo respectivo al amor (siempre aparece, no finjáis que no os apasiona el tema) he llegado a la conclusión de que es una soberana pérdida de tiempo adquirir la necesaria experiencia de forma lineal, es decir, primero una chica, después otra, luego otra y así todas en sucesión (en el caso en que el número sea plural) con los consiguientes y duros cortejos y con los postsiguientes y duros duelos y desamores, además del maltrato psicológico repetido al que son sometidos tus mejores amigos (en el caso de que tengas amigos) tras cada desencuentro amoroso. Mejor todas las novias destinadas por lógica mundana a cruzarse en mi camino en hilera (una tras otra), juntas en una orgía, y tras sortear mi virginidad jugando al “palito más corto”, desenfreno… Cinco horas después yo consumido como una colilla pero todos unos expertos en el arte del amor carnal. Más tarde al cine todos juntos, el sábado otra orgía y el domingo despedida: “Os quiero, pero no soporto más los guantazos que recibo cada vez que confundo vuestros nombres en la cama (los musulmanes ignoran que su idea del paraíso tiene algunos flecos)

 

 

Y ya perfectamente instruido y con una experiencia amorosa muy concentrada y sustancial, pero aún joven, podría embarcarme en miles de viajes y en este devenir cosmopolita acabar conociendo en la conchinchina al “amor de mi vida” (¡A ver, esos violinistas que se callen, hombre!)  para descubrir segundos después que siempre vivó en la calle de atrás. Pero es que aquella calle nunca nos parece exótica hasta que la encontramos en un lugar remoto representada en una persona atractiva del sexo opuesto y con ese arrabal de orgasmos en potencia a la vista.

 

Después de un idilio preliminar y siempre que el deseo sea mutuo, podremos establecernos en algún lugar exótico entre montañas y árboles pero lo suficientemente cerca del mar para no echar nuestros orígenes de menos. Y cobijados en una casa de madera con las pertenencias reducidas al mínimo, preparar nuestro legado en forma de años y descendencia.

 

Los años pasan solos, esto no requiere mayor esfuerzo, los calendarios se deshojan irremediablemente.

 

Y una forma de matar el tiempo como otra cualquiera es fabricar (con amor) descendencia. Esto podría llevarse a cabo en un colchón enorme y redondo en mitad del suelo, en una boardilla forrada de madera con la poca altura suficiente para que solo se permitiera la postura horizontal o a lo sumo la altura justa para sostenerse a cuatro patas (piernas) y bajo un ventanal enorme que dejara entrar el sol al amanecer y el cielo estrellado por las noches (no es necesaria más luz) intentar cada día sin descanso reírnos de la esterilidad aparejada a los tiempos de la polución a granel a golpe de revolcón tras revolcón.

 

No hay que acomplejarse ni caer en una depresión si tras tanto empeño no se consigue concebir pues esta es de las pocas cosas que intentarlo es casi mejor que lograrlo y cuanto más se tarda en lograr la meta, más se intenta, además siempre queda la opción de adoptar. Pero seamos valientes, a un bebé lo adopta cualquiera, los niños verdaderamente necesitados son los mayores, los que no quiere nadie por que han crecido demasiado como para meterlos en una cuna, yo adoptaría a un huérfano de los más grandes, si es posible funcionario, porque he venido a este mundo para sacrificarme por los más desamparados; la ley del Dharma (da y recibirás), un principio que han hecho muy suyo en Sitges o en Chueca.

 

Entre 4 y 15 hijos es un número que está bien y si son todos funcionarios, pues ¿Quién necesita trabajar? Es que algunos esto lo hacen por vicio negándose la posibilidad de saber lo a gusto que se vive sin saber lo que es un despertador ni una nómina “propia” pero con todo lo necesario para llegar a fin de mes holgadamente y por extensión a la vejez con el desgaste imprescindible, nada más.

 

Casi al final (y sabed no pienso morirme fácilmente) ancianos, arrugados como tortugas, con achaques, pero sin necesidad de estímulos extra gracias a pertenecer a esa generación que pasó del Bingo y la Brisca y que se entretiene jugando a la Playstation (como sus hijos y sus nietos). Auténticos virtuosos del Guitar Hero entre carajillo y pastillas (no se me ocurre forma más auténtica de suplantar a Keith Richards: guitarra, alcohol, pastillas y arrugas).

 

Lo cierto es que si pudiera volver atrás cambiaría pocas cosas que no pueda cambiar aún, luego… que la vida tiemble, que voy.

 

nueve

Acerca de nueve

caminando

7 Respuestas a “Punto de Partida

  1. Merchita ⋅

    Fascinante nueve, leyendote, acabo de tener la primera sonrisa del día… De mayor quiero ser como tú… jajajja

    Destaco esta frasecita, magnífica, genial, «super mega», osea, total¡¡¡¡ ;o)

    Pero es que aquella calle nunca nos parece exótica hasta que la encontramos en un lugar remoto representada en una persona atractiva del sexo opuesto y con ese arrabal de orgasmos en potencia a la vista.

    Un abrazo

    Merchita

  2. nora

    nueve, tus entradas son maravillosas… me gusta mucho tu forma de contar las cosas. Gracias por este momento de lectura 🙂
    Y muchísimas gracias por tu comentario en mi blog. Tus mensajes emocionan mucho, nueve… gracias por ser tan amable.
    Un abrazo.

  3. nueve ⋅

    MERCHITA

    todo depende a menudo del contexto, verdad? No es lo mismo conocer a una persona en tu pueblo que en algún lugar paradisiaco…Aunque tampoco es lo esencial, supongo.

    Hay que reirse un poco de la vida o mucho si me apuras y estar abierto a todas sus posibilidades para que nos pasen cosas sorprendentes.

    Me encanta que me sigas visitando y me alegra que te gusten mis escritos, aunque si quieres ser como yo de mayor, te has parado a pensar en que serías calva como mi papa?jajaja

    Es mejor que lo reconsideres…

    Un beso

    NORA

    Si tengo la capacidad de emocionar, sin duda se agudiza más cuando la situación me inspira, dirigirme a ti siempre es inspirador.

    a mi me emociona encontrarte de vez en cuando en este pais tan pequeño. Gracias por venir

    un abrazo

  4. Merchita ⋅

    En fin, nueve, no me había planteado lo de ser calva de mayor ya que mi melena pantojera será reticente a abandonar mi cabecita loca… Sin embargo, sí que quiero escribir como tú algúuun día, muyyyy lejano… Escribe más please…

  5. Me and myself ⋅

    Mmmm… niños, bebés, infancia, vuelta a atrás… una de dos, o estás buscando alguien que adopte a ese niño grande … o vas a ser papá (y te lo tenías callado)!!! 😉

    En fin, que supongo que no te lo he dicho nunca, pero me encanta tu forma de escribir y de expresar los sentimientos.

    Un besazo enorme.

  6. nueve ⋅

    Merchita

    Mi otra vocación, la música me mantiene muy ocupado, por eso que escriba más o menos va un poco en función del tiempo que me permita la música y el trabajo, pero seguimos de momento, paciencia

    un beso

    Eli

    Eli, si voy a ser papá! algún día

    de momento seré nueve, o Iglub, según se tercie

    Un abrazo inglesa!

  7. Juls

    muy sabia reflexión. me ha gustado…
    cierto es que aún me falta mucho para plantearme qué cambiaría.
    pero de hacerlo, espero acabar pensando lo mismo.

    nueve besos para ti..

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