Esperar

Había aceptado a esas alturas de su vida que le costaba esperar.

 

Le costaba resistir la tentación de levantar los silencios en forma de roca para ver que había debajo.

 

Necesitaba resolverlo todo para continuar, pero no era conveniente resolver todo en el momento, ya lo sabía pues cada persona tiene un tiempo que es necesario respetar.

 

Había decidido ya entonces que dejaría de correr detrás de las esquivas ilusiones de carne y hueso, que esperaría a que llegara el momento adecuado y que todo el esfuerzo de la búsqueda lo emplearía en mantenerse a la espera con el corazón en calma.

                                                                                                                                                      

Y se propuso depositar su confianza en el rumor de que todo lo que ocurre lo hace por alguna razón, decidió entonces que esperaría ocupada en otros asuntos que el sentido de todo apareciera en cualquier rincón como cuando alguien busca algo y encuentra otra cosa aún más valiosa.

 

Y tras decidir respetar a esa persona escondida tras la nada, como caída del cielo apareció la llave de su cárcel y entre las notas del jardín secreto que ensanchan la conciencia, salio a su terraza, libre, se apoyó sobre los negros barrotes que impedían precipitarse por descuido a la calle y miró al cielo.

 

El cielo es el mismo para todos, todos estamos bajo él ¿Y si nuestros deseos rebotaran en su techo para caer después sobre los lugares que buscamos?

 

Formuló entonces el más puro deseo, destruyendo a los demonios que la atormentaban, éste se evaporó por el calor inmenso de la vida, al llegar a lo alto se condensó y descendió por todas partes en forma de lluvia.

 

Tenía un destino que a la mañana siguiente apareció empapado.

 

Pero antes de que amaneciera, Paula, fuera de su ombligo, se había introducido en la cama y segundos antes de cerrar los ojos sintió el poder inmenso del amor incondicional.

 

nueve

 

foto de paretjka