A veces vienes a mi país y me lees y me imaginas.
Me acaricias a través de la pantalla con tus ojos y juegas a ponerme nombre, rostro, ciudad, circunstancias.
Luego te vas.
Hay noches en las que me quedo parado en donde empieza tu rastro y lo sigo hasta el horizonte con la mirada, otras me armo de valor y salgo corriendo pisando tus huellas lo más rápido que saben mis piernas para alcanzarte antes de que el regreso sea un hecho.
Pero solo tengo jurisdicción en esta tierra y me detengo en el límite justo de la frontera.
Después vuelvo a casa.
Si el día me sonríe le sonrío sobre el papel, si se muestra susceptible o enfadado yo arrugo página tras página insatisfecho; construyo y destruyo mi mundo, después me siento a esperarte.
Siempre vuelves y me encuentras tras la pantalla. En el anonimato de mi escondite escucho tu respiración y el ruido de tus pisadas.
De repente todo queda en silencio, creo que te has parado a leerme y te imagino, te pongo nombre, rostro, ciudad y circunstancias.
Hoy dejo otra página dibujada para ti.
Que el rumor se extienda: “Solo un cristal nos separa”.
nueve